Juan Antonio Cires es uno de los últimos representantes de un oficio en vías de extinción: el de albarquero. Nacido en el pueblo de Lamedo (Cabezón de Liébana) en 1931, Toño continua haciéndolas tal y como aprendió cuando era solo un chaval, realizando un par de albarcas por semana.
Aperndió este oficio de su padre Pablo Cires, gran maestro albarquero. Era una actividad que se realizaba durante todo el año. «las albarcas se bajaban a vender los lunes al mercado de Potes, y además, cada año había dos citas obligadas en la provincia de Palencia: la feria de San Miguel, en Aguilar de Campoo, donde se llevaban en el carro hasta 500 pares de albarcas para vender, y la feria de San Martín, en Cervera de Pisuerga». Junto con las albarcas, también se llevaban a vender traviesas y barandillas y se traía harina, aceite o vino, productos necesarios para la subsistencia de los vecinos.
Con luna menguante
Los vecinos cortaban la madera con la luna en menguante, porque se conservaba mejor la madera. La mejor madera es la de las hayas gruesas y sin nudos. Las hayas se arrastraban con la ayuda de la pareja de vacas y más tarde se hacían tacos, que se trasladaban con el carro. De cada taco salía un par de albarcas. «Ahora, de un taco salen tres pares de albarcas»,
Todos los años los vecinos de Lamedo cogían una subasta de hayas, «En aquella época las albarcas estaban muy solicitadas, y en una ocasión.
Para construir una albarca, hay que buscar el taco apropiado, se le va dando forma con ayuda del hachu, para después llevarle al banco de trabajo, donde se utiliza la azuela para completar la forma de la albarca. Después, se pone la albarca en una mesa de madera, donde se ajustan en los laterales dos pinas de madera, para poder barrenar el interior con la ayuda del barreno. para completar el proceso la albarca se lija, y por último, se dibuja aplicando después un barniz. Antiguamente, las albarcas se tostaban aplicando leche de vaca recién parida y se colocaban junto al fuego, para que tuvieran un color característico, ya que adquirían un tono rojizo.
En Liébana, cada parte de la albarca tiene un nombre característico; así, el ‘papu’ es la parte delantera inferior; la ‘boca’, la abertura de la albarca; la ‘casa’, el lugar donde va encajado el pie; la ‘pezonera’, donde van los tarugos, y los ‘tarugos’, los soportes de madera que se colocan a los tres tacos inferiores de las albarcas.
El Diario Montañes: Reportaje de Pedro Álvarez. enlace: http://www.eldiariomontanes.es/v/20101031/region/liebana/ultimo-albarquero-liebana-20101031.html
Precioso artículo, saludos desde nuestra web de turismo por Cantabria.